martes, 28 de octubre de 2008

El cine en casa.

No, no voy a hablar de los sistemas Home Cinema sino de series de televisión.

Y es que, hoy por hoy, el mejor cine se hace en forma de teleseries.

Debemos remontarnos a 1981, año del estreno de una serie mítica Hill Street Blues, título que es un juego de palabras intraducible entre el color del uniforme de los policías y blue como estado de ánimo (triste).


Creada por Steven Bochco y Michael Kozoll supuso, no sólo una renovación de las series policíacas sino de la estructura de las propias teleseries hasta ese momento.

Aunque series como El Fugitivo o El Prisionero ya habían presentado tramas continuadas entre episodios, sí es cierto que estas quedaban diluidas en episodios autoconclusivos. Generalmente las series de la época, especialmente las policíacas (Starsky y Hutch, McCloud, Colombo, Kojak...) presentaban un caso por episodio y su relevancia en posteriores capítulos era nula. Los personajes eran más bien estáticos y apenas había una evolución o tramas personales complejas.

Hill Street rompió con todo eso, a pesar de que cada episodio transcurría en un único día (era común empezar pasando revista a los casos del día y terminar, de noche, generalmente en casa del capitán Furillo) las historias continuaban incluso a lo largo de varios episodios, los protagonistas tenían problemas personales que arrastraban incluso a lo largo de toda la temporada y se apreciaban cambios y evoluciones en su personalidad.

Era el comienzo de las series-río en las que la serie en si no era sino un enorme film de varias horas de duración.


Steven Bochco repetiría el sistema en La ley de los Ángeles donde colaboraría con otro grande de la televisión David E. Kelley que copiaría su formula en series como El abogado o Boston Legal.


Ya en tiempos más cercanos otra serie revolucionaría la forma de entender la televisión: Los Soprano, pero antes existiría otra serie que le abonaría el camino: Doctor en Alaska.

Si bien Doctor en Alaska fue creada por Joshua Brand y John Falsey, uno de sus principales guionistas fue David Chase. Aunque no se trata exactamente de una serie-río sí que se centra en las vivencias personales de una gran diversidad de personajes en los que, como en la vida misma, se aprecian cambios y una cierta evolución. Sin embargo las historias suelen ser autoconclusivas y las tramas personales no marcan tanto el tono de la serie.

Finalizada la serie, un tanto precipitadamente tras el cambio del protagonista principal en su última temporada, David Chase presenta un nuevo proyecto a las televisiones.

Dado que la serie se ambienta en el mundo de la mafia y tiene un importante contenido de violencia y sexo recaba en el canal por cable HBO, un canal de pago de menor difusión pero menos ceñido a la autocensura de los canales generalistas.


Y así nace Los Soprano la historia de una familia de mafiosos de bajo nivel.

Los Soprano sólo puede concebirse como un largometraje de 70 horas de duración. Los episodios raramente se pueden considerar autoconclusivos e incluso las temporadas suelen tener finales más bien anticlimáticos que no cierran tramas abiertas. Sólo un visionado continuo de sus seis temporadas (o siete si consideramos que la sexta está dividida en dos partes) nos dan una visión de conjunto de toda la serie y la cierran como si de una enorme película se tratara.


HBO repitió éxito con A dos metros bajo tierra, serie en la que nuevamente presentaba a una familia, esta vez dueños de una funeraria. Si bien en cada episodio se nos presenta una nueva situación (una muerte y el consiguiente entierro), estos son meramente accesorios y apenas sirven como anécdota a lo que realmente trata la serie: la muerte y cómo afecta a nuestras vidas. Nuevamente tenemos una serie en la que las relaciones interpersonales son la verdadera razón de ser hasta llegar a un episodio final con uno de los más hermosos finales que ha visto un servidor.


La cadena HBO puede presumir de haber creado algunas de las mejores y más importantes series y miniseries de los últimos años: Hermanos de Sangre, Epitafios, Roma (junto a la británica BBC y la RAI italiana en la producción), Deadwood, Sexo en Nueva York, Larry David, OZ, The Wire, Ángeles en América, Carnivale y Big Love. Todas ellas con una calidad muy por encima de la media.


Pero, ¿a qué es debido todo esto? ¿porqué hoy en día la televisión ofrece productos de mayor calidad e interés que el cine?


Para ello nos debemos remontar a 1988 y la huelga de guionistas, con John Patrick Shanley, escritor del guión de Hechizo de Luna como uno de los promotores, los guionistas reivindicaron una mayor tajada en los beneficios de las películas y, sobre todo, ser más destacados como creadores y no ver que un guión suyo se convirtiera en “Una película de... el director de turno”.


El acuerdo llegaría pero se produjo un efecto dominó que propiciaría el paso de diversos escritores a la televisión.


En las series de televisión el trabajo del director es más bien anodino, el poco tiempo de los rodajes entre capítulos y la férrea estructura televisiva con un montaje más bien esquemático y poco dado a las florituras hace que su labor quede más bien escondida. No es raro que muchos actores den su primer paso detrás de las cámaras dirigiendo episodios de las series que protagonizan (u otras como Laura Innes actriz de Urgencias y directora de episodios de House) y tampoco que directores venidos a menos como Emilio Estevez, Mario Van Peebles o Deran Serafian acaben su carrera como directores de teleseries. Curiosamente dos actores de Canción triste de Hill Street, Charles Haid (Renko) y Betty Thomas (Lucy) son ahora habituales directores de series de televisión. También resulta significativo encontrar a un director como Juan Jose Campanella, director argentino de películas como Luna de Avellaneda, El hijo de la novia o El niño que gritó puta o la serie de producción española Vientos de Agua tras las cámaras en series como House o Rockefeller Plaza.


Por contra los guionistas tienen mucho más reconocimiento en televisión donde el rótulo “Creado por..” suele acompañar a su nombre, dirigen los equipos de guionistas y llevan el timón de la serie a donde ellos desean... siempre que no topen con la productora o los índices de audiencia.


Así se ha provocado un exilio masivo de escritores del cine a la televisión, lugar donde obtienen mayor reconocimiento, mejores sueldos y mayor libertad creativa y donde no tienen que pelear contra el ego de directores que destrozan sus escritos hasta hacerlos irreconocibles.


Tampoco nos engañemos, no toda la televisión que se produce en Estados Unidos es tan maravillosa, la telebasura alcanza unas cotas que nosotros, todavía, no hemos alcanzado y las series aparecen y desaparecen como setas. Aquí nos llegan, la mayoría, tras pasar la criba crítica de los espectadores americanos y sus índices de audiencia, pero también tienen sus teleseries infumables, series canceladas a los dos episodios o aquellas dirigidas a un público difícilmente trasladable fuera de sus fronteras.


¿Y en España? Pues salvo honrosas excepciones seguimos con nuestras Aida, Escenas de Matrimonio y Física y Química. Los tiempos de Anillos de Oro o Turno de Oficio han quedado muy atrás y, aparte de copiar fórmulas americanas como con Hospital Central (Urgencias), El Comisario (Hill Street Blues), Un Paso Adelante (Fama), Cuentame Cómo Paso (Aquellos Maravillosos Años), Periodistas (Lou Grant), MIR (Anatomía de Grey), RIS Científica (C.S.I) o Ana y los siete (The Nanny), pocas series pueden hacer sombra, en calidad, originalidad o presupuesto a las series yankies.

3 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con el final. Las series de aquí no le llegan a la suela de los zapatos a las USA. De los que tanto nos quejamos y a los que tanto copiamos.
    Ahora mismo estoy en la tercera de Deadowood y esperando en castellano Heroes y Prison Break.
    Felicidades por el excelente post.

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  2. Deadwood, muy a mi pesar la tuve que dejar en la mitad de la segunda temporada por "problemas técnicos", ahora estoy a la espera de que acabe la tercera temporada para recuperarla del tirón.
    Heroes y Prison Break son otras de las que sigo (que son muchas) pero suelo esperar a tener las temporadas completas en castellano antes de verlas.
    Se que no es el modo natural pero para mi es la mejor manera de seguir las series de "continuará".

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  3. ¡Ayy, aué recuerdos! Doctor en Alaska fue la primera serie que me enganchó completamente, a pesar de los pésimos horarios de emisión (por aquel entonces no había "mula"). Tanto es así que la identificación actor-personaje provoca que me resulten infumables los posteriores trabajos del 'prota' (Numb3rs, por ejemplo) y de algún que otro personaje como Chris (Mi gran boda griega). Así de raro que es uno.

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