Queen cuando estaba sana y gordita
La llevamos al veterinario y las noticias no podían ser peores, tenía ictericia y síntomas de fallo hepático. La dejamos allí con suero un día pero al volver a recogerla fue un shock, se había orinado encima y estaba hecha una pena. Decidimos llevarla a casa y ponerle nosotros mismos el suero y la medicación e intentar que comiera. Tenía tan pocas fuerzas que no se resistía a ponerle la vía pero seguía sin comer, lo intentamos todo, darle golosinas que antes la volvían loca, comida gourmet... pero nada. Al final incluso la forzamos a comer con una jeringa.
Su aspecto al volver del veterinario era desesperanzador.
El veterinario nos dijo que cuando los gatos entran en este proceso no suelen sobrevivir y sólo alimentándolos con sonda había algunos casos de supervivencia. Pero seguimos insistiendo, hasta batidos de proteínas le dimos.
Conseguimos que comiera algo de atún y jamón de york, pero seguía vomitándolo con frecuencia y lo poco que comía era insuficiente para sobrevivir. La volvimos a dejar en la clínica otras dos ocasiones pero no mejoraba.
¡Ánimo Queen!
Al final el veterinario nos convenció para sacrificarla, en cualquier momento podía entrar en shock y agonizar así que ese viernes decidimos organizarlo todo para el lunes siguiente y llevarla a casa a pasar ese último fin de semana con nosotros. Y esa misma noche sucedió lo inesperado, mientras le dábamos su comida a los otros gatos ella misma se acercó y se puso a comer.
A lo largo del fin de semana mostró una mejora asombrosa, comía y tenía mejor color y había ganado las fuerzas suficientes para que no pudiéramos ni ponerle el suero.
Ese lunes fui a veterinario, pero para decirle que no la sacrificábamos.
Eso fue hace seis meses.
Queen hoy, disfrutando de su caja favorita junto al radiador.